Mirando al horizonte de repente sentí una inmensa paz. Ni siquiera se porqué, pero respiré profundamente y mi cuerpo experimentó una sensación que me recorrió desde los pies hasta
la cabeza, una calma total fusionó mi cuerpo y mi mente y por un segundo deseé quedarme en ese instante para siempre.
Bajando por la carretera vieja, a la altura de la fábrica de cerveza, se ve el mar. Ese inmenso y profundo océano que nos lleva hacia ninguna parte, una calma total y absoluta que me transporta a un estado de felicidad plena.
Esta mañana amaneció soleado, como cualquier dia de verano. De repente, un montón de nubarrones se posaron en el cielo y empezó a llover con fuerza. Y cuando parecía que todo era gris y que ya no volvería a lucir el sol, una ráfaga de viento se llevó las negras nubes y apareció un arcoiris que rodeó todo el cielo de este a oeste.
Entónces me di cuenta de que, aunque a veces todo nos parece negro y no vemos la salida, al final la tormenta se acaba algun dia, y luce de nuevo el sol, volviendo consigo la paz interior.
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